jueves, 9 de enero de 2020

Objetivo: 70 kg → Antecedentes

No sé porqué estoy escribiendo esto, y probablemente nadie vaya a leerme. Pero la verdad es que creo que necesito escribir esto. Porque probablemente vaya a necesitar releerlo de vez en cuando, o puede que llegue a ayudar a alguien, no lo sé.

Me presento, me llamo María. 
Soy una mujer de 28 años, de Madrid y... estoy en proceso de pérdida de peso. Y no sabéis lo que me ha costado tomar esta decisión. Empezaré por el principio como un amigo me ha recomendado...

Nunca he estado delgada y no recuerdo haberme sentido cómoda nunca con mi cuerpo ni con mi físico nunca en toda mi vida. De niña esas cosas no te preocupan, eso es cierto, y la verdad es que viendo mis fotos de pequeña, lo cierto es que no fui una niña gorda. Supongo que todo se torció a raíz de entrar en la Educación Secundaria. Durante toda mi infancia y adolescencia he sufrido acoso escolar y la verdad es que no me apetece hablar de ello. Pero me ha dejado secuelas que sufro a dia de hoy: dificultad para confiar en la gente, sabotear mis propias relaciones personales, incapacidad para encontrar o entablar una relación sentimental... Y sobre todo, eso fue lo que causó mi relación tóxica con la comida. Porque me encantaba comer y no tenia fondo. Podía pasarme el dia entero comiendo, literalmente. Y comida nada sana.

Comía comida rápida como engullen los patos, prácticamente sin masticar. La Coca Cola fue mi primera adicción. Porque es prácticamente una droga. El azúcar lo es. Y llegó un punto en que, en los últimos meses, podría beberme 2 botellas de 2 litros de Coca Cola sin darme ni cuenta. Y el año pasado mismo mi alimentación era un auténtico asco. Cuando pasaba por el pasillo de las patatas fritas y todo este tipo de snacks, literalmente me lo compraba todo. Todo. Y me lo comía en menos de una hora.
Mi alimentación (ya que vivía sola) era terrible. Contando con que estaba en una depresión de caballo, cuando volvía de clase, pasaba por el super, compraba dos hamburguesas y patatas congeladas de bolsa para freír. Y eso era lo que comía. Para cenar un pedazo o dos de lasaña precocinada, y a lo largo del día, picotear todo lo que se me ponga por delante... Horroroso.

Todo esto por mi falta de autoestima. 

Ir de compras a comprarme ropa era una odisea, nunca he podido comprarme la ropa que me gusta o vestir como me gustaría hacerlo. Siempre he tenido que conformarme con lo que me cabía. Y punto. Y eso para una cría de dieciséis, dieciocho o veinte años es una auténtica (hablando mal y pronto) putada. También lo es a mi edad, pero bueno, ahora soy optimista y creo que pronto dejará de ser un problema

No voy a mentir, en mi adolescencia intenté perder peso, creo que a los quince años. 
Me apunté a Natur House y... Sí, perdí muchísimo peso, llegando a quedarme en 65 kg. Aunque la verdad es que tampoco ahí me vi bien... Pero no es una buena idea, porque tras aquello me mudé a una ciudad distinta, a un pueblo y al no poder seguir comprando los suplementos alimenticios que me "recetaban" recuperé todo lo que había perdido y a saber cuantos kilos más...  Así que no lo volveré a hacer nunca. En mi vida. Y no lo recomiendo. A absolutamente nadie. 

En fin, esos son más o menos mis antecedentes. Si queréis más información pues podeis dejar un comentario o escribirme a twitter. 

Con este blog quiero documentar mi cambio de peso, mis avances y dejar un documento escrito de los objetivos que voy cumpliendo. 

Como digo, tengo 28 años y desde los quince he estado entrando y saliendo de consultas psicológicas. La última vez fue hace 3 años y lo dejé porque eran sesiones de escucha gratuitas, pero solo eran 20. Y no fue suficiente. 
Supongo que el 2019 ha sido mi año de tocar fondo completamente. Dejé el Ciclo Formativo que estaba cursando y me retroalimenté de mi depresión, comiendo fatal, sintiéndome mucho peor  y sin autoestima ninguna, como digo. Hasta que llegó el verano y mi madre y mi hermana estaban lo bastante preocupadas y alarmadas por mi que se pusieron en contacto con mi psicóloga.

No voy a mentir, en un primer momento me cabreó que hablaran con ella a mis espaldas. No tiene ni puñetera gracia que se metan así en tu vida. Y sobretodo en algo tan personal como tu terapia psicológica. Pero ya lo he perdonado. 

En fin. En Septiembre empecé mi terapia psicologica con mi psicóloga. Es una mujer estupenda. Me apoya muchísimo y la verdad es que estoy mejorando muchísimo en mi vida, no solo en mi voluntad para cambiar de peso. Pero ese es otro tema.

En fin... Gracias a mi psicóloga empecé a plantearme el hacer algo con mi peso. Pero sin fijarme objetivos muy estrictos. Porque ahí es donde me cierro en banda y no se puede trabajar conmigo, ni yo sola ni absolutamente nada. 

¿Cómo empecé a cambiar mi dieta?

Lo primero que tuve que hacer fue cambiar mi relación con la comida. Intentar aplacar esa ansiedad que me daba la comida en general. Dejé de comprar comida precocinada o alimentos extremadamente grasos. Ahora yo me hago mi comida, he aprendido a cocinar legumbres, he empezado a comprar filetes de pollo para hacer a la plancha, a comer más verdura y más fruta... 

No solo queria una dieta que me ayudara a bajar de peso y ya. No. 
Lo que quería y quiero es encontrar una nueva forma de alimentación con la que yo esté a gusto y pueda mantener el resto de mi vida.
Pusimos en práctica una serie de ejercicios. 

1. Empecé a ser consciente de la forma en que comía
Parece absurdo, pero no lo es. A raíz de consejos de mi psicóloga empecé a fijarme en mi forma de masticar, empecé a saborear cada cucharada o cada mordisco de comida. Me centraba en intentar adivinar qué especias tenia la comida (si me la hacia otra persona) o intentar identificar las especias o sabores de los alimentos que yo misma echaba. Eso, quieras que no, consiguió que, la comida me saciase más. 

2. Comencé a reducir la Coca Cola.
Como digo, puede parecer una gilipollez, pero funciona. Ya he comentado que diariamente compraba 2 botellas de 2 litros de Cocacola y prácticamente me las bebía enteras. Así que empecé a comprar menos. En vez de comprarme dos botellas de 2 litros empecé a reducir el consumo. Compraba semanalmente 6 latas de 20 cl y me las racionaba para los siete días. Si me las bebía antes de que terminase la semana, no compraba más hasta la semana siguiente. Y funcionó. Y a las pocas semanas, creo que 3 ó 4 decidí dejar de comprar Coca Cola. 

Lo mismo hice con los snacks. Para controlar la ansiedad, cambié los snacks de Grefusa y similares por unas chips de maíz con chia, de la marca Risi. Esas chips untadas en un poco de guacamole me ayudaron a sobrellevar el mono de snacks del otro tipo. También he de decir que en vez de comerme una bolsa y pico yo sola, la compartía con mi mejor amiga y siempre nos sobraba. Y si la compraba para mi sola, me duraba varios días. Reduje, al principio obligada por mi misma, mi ansiedad con este tipo de aperitivos. 





3. Beber más agua
Como lo único que bebía era Coca Cola, literalmente no bebía nada de agua durante el día. Y cuando digo nada es nada. Así que empecé a obligarme a beber más agua. Al principio era un litro de agua diario (dosificado en 2 botellas de medio litro o 4 botellas pequeñas). Luego lo subí a litro y medio, obligadamente y ahora fácilmente llego a los 2 litros. Y se nota, os lo puedo asegurar. 

4. Reducir el consumo de aceite
Intento cocinar sin demasiado aceite y sin demasiada sal siempre que puedo. Aunque no os voy a engañar: mis buenos huevos con patatas me como al menos una vez cada 15 días. Porque me encantan y no lo puedo NI QUIERO remediar. 

5. Reducir el volumen de los platos de comida.
Como he comentado, tengo buen saque, es más, soy un pozo sin fondo, o lo era. Así que empecé a reducir el volumen de la comida que comía. En vez de meterme un plato rebosante de macarrones a la boloñesa, pues me ponía dos o tres paletas (que llamo yo).


Ahora mismo, tras cuatro meses desde que comencé el proceso psicológico y casi tres desde que me decidí a perder peso, no siento ninguna clase de ansiedad por la comida. Porque he comprendido algo que me dijo mi psicóloga y que es verdad. 
"María, los snacks no son malos, y la cocacola no va a causarte la muerte por beber te un vaso. Pero tienes que aprender que un vaso de cocacola o un puñado de patatas te van a saciar y van a saber igual que si te bebieras dos litros o te comieras tres bolsas de patatas"
Y esa frase, a mi se me hacía incomprensible, pero ahora la entiendo. 

Mi autoestima dejó de ser un asco en el momento en que, un día, decidí mirarme al espejo y traté de buscar esas cosas feas que yo me negaba a que la gente viera de mi. Me puse desnuda delante del espejo. Yo, con mi enorme complejo con mi cuerpo. Yo que llevaba años sin mirarme a un espejo porque no era capaz de reconocer a la persona que me devolvía la mirada.  Pues me puse delante del espejo (*) y empecé a analizar fríamente pedazo a pedazo de mi, cada facción de mi cara y cada centímetro de mi cuerpo. Y solo vi dos cosas que no me gustaron: mi tripa y las estrías.  La tripa se puede perder y las estrías... van a estar ahí para siempre aunque se pueden disimular... 
Ya está. El resto de mi era normal y corriente. No había nada horroroso, ni fuera de lo común, ni nada que esconder. Es más, ¿qué coño? Me vi guapa. Por primera vez en mi vida me parecí guapa a mi misma. No un pivón, ni una belleza, pero era guapa. 

(*) Aclaro que esto lo hice cuando llevaba ya 1 mes o dos de terapia psicológica. Ni loca hubiera soñado con haberme podido poner desnuda delante del espejo de no ser por mis avances en mi psicoanálisis... 


Entonces me decidí. Era 11 de Diciembre y decidí que era el momento oportuno para pesarme. Llevaba varias semanas sin beber Coca Cola, sin comer snacks o dulces y comiendo mejor... Así que me decidí a ponerme sobre la báscula. Y sinceramente... Lo que vi me alegró. 

Pesaba 98 kg. Noventa y ocho. Ya no eran cien. No eran cien y eso era algo que a mi autoestima le sentó estupendamente. Como mi objetivo a priori eran 70 kg, no hacia más que repetirme, a mi y a quien quisiera escucharme: "que son 28 kg. Solo tengo que quitarme 28 kg. No es nada. Hay gente que lo tenia muchisimo peor y si ellos lo han conseguido, yo también puedo."

Pero ya no solo podía hacerlo comiendo menos. Me dije a mi misma que tenia que hacer ejercicio. Y como en la calle hace un frío de mil demonios en Diciembre y una es pobre para ir al gimnasio, pues me decidí a bailar en casa. Y me di cuenta que aguantaba bailando seguidas 4 canciones de 4 minutos sin detenerme. Sin cansarme. Oye, 15 minutos de baile sin descanso son más de lo que me esperaba. Porque soy sedentaria y soy vaga hasta decir basta. 

Han llegado las Navidades y yo he tratado de contenerme en lo que he comido, he seguido bebiendo agua, he ido a sacar al perro ya que no podía bailar en casa por motivos familiares que aquí no vienen a cuento, he tratado de comer verdura en las comidas familiares.. En fin, que estas navidades no he hecho nada del otro mundo, mi gente. He seguido haciendo lo que había hecho hasta que me pesé. 

Y hoy he ido a pesarme y casi me caigo de culo cuando he visto que pesaba 92 kg. 
NOVENTA Y DOS KILOS.  He perdido 6 kg en un mes, en Navidades. 

Definitivamente, ahora tengo muchas más ganas de seguir adelante, de seguir haciendo ejercicio y comiendo mejor. Me han prestado una bici elíptica, así que de momento estoy haciendo sesiones de 10 minutos. Una por la mañana, otra por la tarde. Y baile. Al menos quince minutos de baile. Sé que es poco, pero para mi es un mundo.

Tengo intención de ir adjuntando mis cambios, o recetas, o mis rayaduras mentales... No sé cada cuanto tiempo subiré cosas, pero... quiero que quede huella de mi proceso. 

Aqui os voy a dejar un par de fotos de mi cambio desde Noviembre hasta ahora. Y espero poder seguir actualizando y compartiendo más mejorías. 








Si teneis alguna pregunta, podéis dejar comentarios o enviarme un DM a mi twitter: @MeryMorley